Renvor frente a los incorporales
El intrigante caballero de cota de mallas enfiló para el oscuro pasillo acompañado por Mirael, mientras Felagund trataba de despertar al aún desvanecido Tool, quien aun permanecía tendido en el piso por efectos de las devastadoras migrañas de los ataques mentales ilicidos.
"Un clerigo no hubiera podido, porque sus almas aun no estan en la ciudad de los muertos, sino que siguen aprisionados aqui, por razones que no son naturales." -Explicaba Renvor, mientras caminaba a paso tranquilo hacia la oscuridad, en compañia del Monje.- "Les haré llegar a donde corresponde"
"¿Quien será este hombre? ¿Será capaz de hacer lo que nosotros aun no pudimos? ¿El solo? Quizás entre los dos les demos batalla" -Pensaba para sus adentros el sabio y perspicaz Mirael-
Llegaron a la intersección, mas siguieron caminando...
Al tiempo que el pasillo norte se fue tornando antinaturalmente frio Renvor había desenfundado su espada bastarda. Y alzóle en una mano, en singular demostración de su habilidad con la misma mientras seguía caminando.
La oscuridad pronto se fue tornando impenetrable, mas esto no amainó al confiado e intrigante personaje.
Y llegaron entonces donde habia tenido lugar el avistamiento de los espectros y la posterior huida.
Renvor tomó su arma con las dos manos delante de él, ubicando la empuñadura a la altura de su boca y la punta del arma indicando al techo. Y pronunció con la seguridad que aún mantenía y la voz grave que le distinguía llenando la fria habitación:
"¡Criaturas del inframundo! Presentadme a los esbirros de almas que habeis conseguido recién y no os pertenece, el Señor de los muertos asi lo ordena." -con imperioso porte-
El titulo de Señor de los muertos aun se mantenía en la cabeza de Mirael que seguia pensando en quien era y que vocación tendría este hombre, cuando dos entes incorporeos rodeados de un antinatural frio que afecta el alma, de vacías cuencas oculares, del tamaño de un humanoide normal, flotando a un metro nomás. Una brisa que calaba los huesos empezó a moverse hacia el sur desde aquel oscuro paramo, portando unos susurros incomprensibles, a la vez que la brisa tomaba fuerza y se tornaba en una ventisca:
"Lahz nefshadul, Arh senlishnahz, dulak ¡USHMAST!" -Como si el propio viento hubiera hablado-
Ante tal presencia Mirael alzó el brazo para cubrirse del viento. Mas Renvor no se inmutó. Algo intangible que no se alcanzaba a discernir le protegía, aunque el viento habia levantado su tabarda y sus pelos, que ondulaban impasibles al paso de aquella amedrentadora ventisca.
Casi inmediatamente el viento cesó. Y Renvor realizo un solo movimiento preciso que traspasó a los dos entes, que alli se hallaban con su hoja. Un lamento agonico expelido de las incorporales entrañas de los indefinidos seres, y su posterior disipación dió a entender que los mismos habian sido destruidos.
"Vámonos Mirael, ya nada queda por hacer aquí... Estos dos entes ya han sido despojados de la existencia y las almas fueron liberadas, ahora podemos volver a concluir el trabajo." -Confirmando asi los pensamientos del monje-
"Si.. Renvor" -Le contestó-
Y emprendieron el camino de vuelta.
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